martes, 11 de octubre de 2011

La contaminación también existe

Los problemas vienen de la mano. El mundo evoluciona cada vez más rápido, pero toda evolución conlleva efectos secundarios. Tenemos que lidiar con una crisis económica que será recordada y aparecerá en los libros de texto, si finalmente la superamos.

Desempleo, falta de un sistema educativo de calidad, el malestar reinante en las calles... estos son sólo tres ejemplos de lo que el ciudadano medio tiene en su cabeza cuando se levanta por las mañanas. Hoy en día, la felicidad es un lujo. Parece que simplemente no podemos permitírnosla.

Además, otro tipo de crisis está emergiendo como consecuencia de la primera. Una crisis de valores. Nos centramos cada vez más en los bienes materiales, dejando de lado otras preocupaciones. La salud, por ejemplo. Porque la salud, en casos normales, no nos suele preocupar demasiado. Pero también puede verse afectada por la crisis.

El gobierno madrileño debería estar al tanto. Los niveles de polución alcanzados por la capital exceden los límites de 40 miligramos de NO2 permitidos por la Unión Europea. A estas alturas del año, Madrid supera los 43 mg, llegando a alcanzar los 250 en algunas áreas de la ciudad.

Los políticos hacen oídos sordos y mantienen que la calidad del aire en la región es excelente. La concejal Ana Botella cree que “el paro es más asfixiante”. El problema es que los dos lo son y ninguno se soluciona.

Sin embargo, este no es un asunto de vida o muerte para los ciudadanos. Aunque, de hecho, lo sea. Están más preocupados por su suelo, y nadie les culpa. Pero la verdad es que una contaminación atmosférica tan alta puede provocar enfermedades respiratorias y agravar los síntomas de asmáticos y alérgicos.

El Ayuntamiento y el Gobierno Regional incumplen la legislación europea desde finales de 2010. Esto podría conllevar sanciones económicas. Aun así, no se ha tomado ninguna medida para promocionar el cuidado del aire que respiramos todos. Según su juicio, establecer un impuesto para los vehículos que entren al centro de la ciudad sería muy impopular y perjudicaría la actividad económica. De nuevo el dinero por encima de la salud.

Porque, ¿a quién le importa el aire contaminado? ¿A quién le importa correr el riesgo de respirarlo? ¿A quién le importa algo tan abstracto como el bienestar? ¿A quién le importa vivir una vida saludable?

Antes que nada, uno tiene que encontrar el dinero para poder vivirla.

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